Hoy queremos abordar la cobertura
médica que proveen las empresas a su
personal. Estamos observando que se
acentúan los cambios en la
utilización de consultas médicas
para los asociados pertenecientes,
en su mayoría, a los altos niveles
de las empresas.
Probablemente estemos participando
de mayores cambios que los que se
perciben en materia de atención
ambulatoria para los asociados que
cuentan con altos niveles de
ingreso.
Según nuestra experiencia, hemos
encontrado tres elementos que
presentan una sensible diferencia
con la situación existente hace tres
décadas atrás: 1) la participación
de los profesionales de prestigio en
el sistema. 2) la demora en otorgar
los turnos de consulta y 3) el
tiempo dedicado por el profesional a
la misma. Veamos:
PARTICIPACIÓN: Antes: Casi la
totalidad de los profesionales
estaban en las cartillas médicas, de
manera que sólo había que hacer la
elección particular en virtud de la
preferencia -o las referencias- que
tuviera el asociado.
Ahora: Una importante cantidad de
profesionales de prestigio ha dejado
las cartillas médicas, por lo tanto
la elección se ve considerablemente
reducida.
TURNOS:
Antes: Se otorgaban con una espera
razonable entre una y dos semanas.
Ahora: En muchos casos supera el
mes.
TIEMPO DEDICADO POR EL
PROFESIONAL A LA CONSULTA:
Antes: El necesario para un
diagnóstico adecuado y para
favorecer la relación
médico-paciente.
Ahora: Mínimo para ambas cosas (y
para la segunda…. muchas veces menos
que mínima”).
Estas diferencias que mencionamos
arriba no pasan desapercibidas para
la mayoría de los involucrados. Esta
semana, en el curso de tres
reuniones mantenidas con empresas de
distintos sectores –banca,
tecnológico y laboratorios- todas
compañías internacionales y de
primera línea, los responsables del
área de RRHH coincidían en que la
utilización de médicos que no se
encuentran en cartilla es una
práctica cada vez más frecuente en
los altos niveles de las empresas.
Esto es, aquellos que cuentan con
capacidad de pago y con expectativas
e información respecto de lo que
consideran un “nivel profesional
adecuado”.
En adición a estos comentarios,
fueron prácticamente unánimes las
críticas respecto del bajo nivel que
se observa en los profesionales que
realizan visitas de urgencia
domiciliaria, así como también en
aquellos que atienden en las
guardias de los Centros Médicos,
incluyendo a los de las entidades de
primera línea.
Naturalmente, con solo ver los
avisos que se publican los días
domingos en búsqueda de
profesionales para las actividades
comentadas, la sensación que se
percibe es que cada vez hay mayor
rotación y menos médicos dispuestos
a trabajar dado el bajo nivel de
honorarios ofrecidos. Esta situación
¿puede modificarse? Difícilmente.
La alta concentración que se ha
producido en el mercado de la oferta
de servicios de atención a la salud
ha generado volúmenes que, en
nuestra opinión, dificultan los
cambios. Tomemos como ejemplo una
empresa con 500.000 beneficiarios y
estimemos un promedio de 8 consultas
por beneficiario y por año. Esto da
un total 4.000.000 de consultas
anuales. Supongamos como razonable
poner en práctica un incremento de $
10 por consulta. Esto nos llevaría a
la interesante cifra de $ 40.000.000
de incremento anual del gasto, es
decir poco más de u$s 10.000.000.
¿Se entiende porqué creemos que es
difícil que se modifique?
La consecuencia natural es la salida
de los mejores profesionales del
sistema, que a la vez generan un
círculo de “promotores” de la
salida, refiriendo a sus colegas que
ganan más dinero, trabajan menos
-sobre todo en cuestiones
administrativas- no tienen presiones
y finalmente, sienten que
“recuperaron su dignidad”. En
realidad es un “círculo virtuoso”
porque los pacientes sienten la
sensación que también ganan. Un
usuario de médicos privado me
comentaba tiempo atrás: “Sentirse un
“paciente privado” brinda los
privilegios de una “Tarjeta
Platino”. No hay dudas que esa
oferta de “Usted prefiere venir hoy
por la tarde o mañana por la tarde”
o que la “Sala de espera” no se
transforma en dos horas de ansiosa
lectura de viejas revistas y que el
tiempo que le dedica el profesional,
las más de las veces se ubica como
mínimo en la media hora.
Digamos también que esta situación
se da principalmente en la Ciudad de
Buenos Aires y el GBA, no así en el
interior del país. Básicamente,
debido al nivel de agremiación de
los profesionales y así logran que
el honorario sea más alto -y en
algunas regiones, sensiblemente más
alto-. Incluso se producen ciertas
distorsiones que serán muy difíciles
de eliminar. A título de ejemplo
basta comentar lo que señalaba la
semana pasada una médica pediatra
que vive en el interior del país:
“además de los honorarios que
cobramos (pertenece a la cartilla de
una de las entidades más importantes
del mercado) los socios deben pagar
un adicional de $ 30.- por
consulta”. Lo curioso es que la
situación, acordada unánimemente por
los médicos, es aceptada
resignadamente por la entidad y por
los asociados.
Ahora bien, y volviendo a lo que
ocurre en la Ciudad de Buenos Aires
y en el GBA, para el resto de los
participantes del sistema -sectores
medios y bajos- prácticamente nada
ha cambiado, excepto que la oferta
de profesionales de la cartilla se
ha reducido sensiblemente.
La gran pregunta es: ¿se está
generando un “nicho”? ¿Alguien
aprovechará estos cambios?
Seguramente sí. Tal vez en el futuro
próximo el tema no sean los cambios,
sino el surgimiento de un modelo
alternativo. |