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Opinión


 

Salud Corporativa

Por el Dr. Héctor Barrios, Director de Towers Watson


Hoy queremos abordar la cobertura médica que proveen las empresas a su personal. Estamos observando que se acentúan los cambios en la utilización de consultas médicas para los asociados pertenecientes, en su mayoría, a los altos niveles de las empresas.
Probablemente estemos participando de mayores cambios que los que se perciben en materia de atención ambulatoria para los asociados que cuentan con altos niveles de ingreso.
Según nuestra experiencia, hemos encontrado tres elementos que presentan una sensible diferencia con la situación existente hace tres décadas atrás: 1) la participación de los profesionales de prestigio en el sistema. 2) la demora en otorgar los turnos de consulta y 3) el tiempo dedicado por el profesional a la misma. Veamos:

PARTICIPACIÓN: Antes: Casi la totalidad de los profesionales estaban en las cartillas médicas, de manera que sólo había que hacer la elección particular en virtud de la preferencia -o las referencias- que tuviera el asociado.
Ahora: Una importante cantidad de profesionales de prestigio ha dejado las cartillas médicas, por lo tanto la elección se ve considerablemente reducida.
TURNOS:
Antes: Se otorgaban con una espera razonable entre una y dos semanas.
Ahora: En muchos casos supera el mes.
TIEMPO DEDICADO POR EL PROFESIONAL A LA CONSULTA:
Antes: El necesario para un diagnóstico adecuado y para favorecer la relación médico-paciente.
Ahora: Mínimo para ambas cosas (y para la segunda…. muchas veces menos que mínima”).

Estas diferencias que mencionamos arriba no pasan desapercibidas para la mayoría de los involucrados. Esta semana, en el curso de tres reuniones mantenidas con empresas de distintos sectores –banca, tecnológico y laboratorios- todas compañías internacionales y de primera línea, los responsables del área de RRHH coincidían en que la utilización de médicos que no se encuentran en cartilla es una práctica cada vez más frecuente en los altos niveles de las empresas. Esto es, aquellos que cuentan con capacidad de pago y con expectativas e información respecto de lo que consideran un “nivel profesional adecuado”.
En adición a estos comentarios, fueron prácticamente unánimes las críticas respecto del bajo nivel que se observa en los profesionales que realizan visitas de urgencia domiciliaria, así como también en aquellos que atienden en las guardias de los Centros Médicos, incluyendo a los de las entidades de primera línea.
Naturalmente, con solo ver los avisos que se publican los días domingos en búsqueda de profesionales para las actividades comentadas, la sensación que se percibe es que cada vez hay mayor rotación y menos médicos dispuestos a trabajar dado el bajo nivel de honorarios ofrecidos. Esta situación ¿puede modificarse? Difícilmente.
La alta concentración que se ha producido en el mercado de la oferta de servicios de atención a la salud ha generado volúmenes que, en nuestra opinión, dificultan los cambios. Tomemos como ejemplo una empresa con 500.000 beneficiarios y estimemos un promedio de 8 consultas por beneficiario y por año. Esto da un total 4.000.000 de consultas anuales. Supongamos como razonable poner en práctica un incremento de $ 10 por consulta. Esto nos llevaría a la interesante cifra de $ 40.000.000 de incremento anual del gasto, es decir poco más de u$s 10.000.000. ¿Se entiende porqué creemos que es difícil que se modifique?
La consecuencia natural es la salida de los mejores profesionales del sistema, que a la vez generan un círculo de “promotores” de la salida, refiriendo a sus colegas que ganan más dinero, trabajan menos -sobre todo en cuestiones administrativas- no tienen presiones y finalmente, sienten que “recuperaron su dignidad”. En realidad es un “círculo virtuoso” porque los pacientes sienten la sensación que también ganan. Un usuario de médicos privado me comentaba tiempo atrás: “Sentirse un “paciente privado” brinda los privilegios de una “Tarjeta Platino”. No hay dudas que esa oferta de “Usted prefiere venir hoy por la tarde o mañana por la tarde” o que la “Sala de espera” no se transforma en dos horas de ansiosa lectura de viejas revistas y que el tiempo que le dedica el profesional, las más de las veces se ubica como mínimo en la media hora.
Digamos también que esta situación se da principalmente en la Ciudad de Buenos Aires y el GBA, no así en el interior del país. Básicamente, debido al nivel de agremiación de los profesionales y así logran que el honorario sea más alto -y en algunas regiones, sensiblemente más alto-. Incluso se producen ciertas distorsiones que serán muy difíciles de eliminar. A título de ejemplo basta comentar lo que señalaba la semana pasada una médica pediatra que vive en el interior del país: “además de los honorarios que cobramos (pertenece a la cartilla de una de las entidades más importantes del mercado) los socios deben pagar un adicional de $ 30.- por consulta”. Lo curioso es que la situación, acordada unánimemente por los médicos, es aceptada resignadamente por la entidad y por los asociados.
Ahora bien, y volviendo a lo que ocurre en la Ciudad de Buenos Aires y en el GBA, para el resto de los participantes del sistema -sectores medios y bajos- prácticamente nada ha cambiado, excepto que la oferta de profesionales de la cartilla se ha reducido sensiblemente.
La gran pregunta es: ¿se está generando un “nicho”? ¿Alguien aprovechará estos cambios? Seguramente sí. Tal vez en el futuro próximo el tema no sean los cambios, sino el surgimiento de un modelo alternativo.

 

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