Luego del gran
crecimiento económico que se produjo en el
quinquenio 2003/2008, la Argentina, como el resto
del mundo, está ingresando en un ciclo de profunda
recesión cuya duración y consecuencias son difíciles
de pronosticar.
Son muchos y complejos los problemas que enfrenta
nuestro país. Luego del gran crecimiento económico
que se produjo en el quinquenio 2003/2008 y sin
entrar en detalles acerca de cuáles fueron las
razones de tal crecimiento, la Argentina, como el
resto del mundo, está ingresando en un ciclo de
profunda recesión cuya duración y consecuencias son
difíciles de pronosticar. Está claro entonces que,
por lo menos el 2009, será un año de crisis global.
A este escenario internacional, le debemos agregar
algunos ingredientes autóctonos:
-
es un año de
elecciones,
-
hay un estado de
crispación e incertidumbre en la sociedad como
consecuencia de padecer, por parte de la clase
dirigente, una forma de hacer política basada en la
eterna confrontación,
-
la interminable pelea
del gobierno vs. el campo,
-
la “sensación de
inseguridad”,
-
los días de
escolaridad caídos por la huelga docente,
-
los continuos
piquetes, cortes de calles y de rutas,
-
el manipuleo de los
datos y la información (casos INDEC y dengue).
Entre otros temas de
actualidad que preocupan hoy a la sociedad.
En este contexto general, las clínicas y sanatorios
privados nucleados en ACLIFE que atienden
mayoritariamente a la Seguridad Social y, que a
diferencia de otros sectores de la economía, NO se
han visto beneficiados por la bonanza económica
reciente, enfrenta este difícil escenario en una
situación de extrema fragilidad. Para graficar esta
situación sólo debemos recordar que el sector
continúa en “Emergencia Sanitaria” desde aquel
lejano 2002. Mientras algunos se han enriquecido con
el actual modelo económico nuestras representadas
han quebrado o tenido que generar diferentes
mecanismos de ajustes para mantener sus
instituciones en funcionamiento, a saber:
-
Venta de
establecimientos a Obras Sociales o Prepagos,
-
Convocatoria de
acreedores,
-
Cierre de servicios
esenciales para la población,
-
Racionalización /
sustitución de recursos humanos,
-
Racionalización de
insumos,
-
Sustitución de
insumos de diferente calidad,
-
Diferimiento de pagos
impositivos y comerciales,
-
Postergación de
gastos de mantenimiento,
-
Postergación de
inversiones.
Toda esta batería de
ajustes necesariamente atenta contra la calidad
médica.
Con
respecto a la situación de los financiadores que son
nuestros clientes, si bien de una u otra manera
sentirán los efectos de la crisis, existen
diferentes realidades. En el caso de las Obras
Sociales Nacionales hay un correlato casi perfecto
entre la evolución del PBI y su recaudación, por lo
tanto en un contexto recesivo se prevé una
disminución en el flujo de fondos de las Obras
Sociales lo que traerá aparejado un estancamiento de
los valores, demora en los pagos y débitos
injustificados entre otras recetas sufridas por los
prestadores en ocasiones similares. Aquellas Obras
Sociales que estén relacionadas con actividades
industriales o productivas serán las primeras
afectadas.
Sin embargo no todas son malas noticias por el lado
de la Seguridad Social. El lobby sindical ha venido
consiguiendo importantes avances en pos de mejorar
su recaudación. Entre las medidas más importantes
figuran:
-
El Ministerio de
Salud aumentó en un 26% promedio el valor mínimo
garantizado que deben recibir las Obras Sociales
Nacionales. Los valores llevaban 2 años sin
ajustarse y varían de acuerdo al sexo, al riesgo
médico y a la edad de los contribuyentes. Por
ejemplo, para los menores de 14 años el valor se
incrementó de $22 a $28. Entre 15 y 49 años, la
cuota subió de $35 a
$44 para el varón y de $41 a $52 para las mujeres.
Para los beneficiarios de entre 50 y 64 años pasó de
$41 a $52 para ambos sexos. Superado los 65 años, la
suba fue de $91,50 a 114,50 pesos.
-
En consonancia con el
punto anterior, rige un aumento del 25 % en los
fondos que el Pami transfiere a las Obras Sociales
que mantienen en su padrón de afiliados a sus
jubilados. El monto pasa de $91,50 a $114,50,
-
Un incremento del 26
% en el aporte para salud de los monotributistas y
del personal doméstico. Este aporte pasa de $37 a
$47 para el titular y de $31 a $39 para el familiar
a cargo,
-
Se eleva el tope
salarial sobre el cual se calcula el aporte que hace
el empleado en relación de dependencia a su Obra
Social. Pasa de $4.800 a $7.800,
-
Se aumenta el importe
de la remuneración bruta mensual sobre las que
proceden las retenciones destinadas al Fondo
Solidario de Redistribución. Pasa de $1.000 a
$2.400.
-
Estaría por
promulgarse el decreto que limita el traspaso de
afiliados entre Obras Sociales.
En general el
afiliado que opta por el cambio lo hace con la
intención de ser atendido por alguna empresa de
medicina prepaga que tenga contrato con la Obra
Social de destino. Entre otras modificaciones de
importancia la más relevante sería la que establece
que el trabajador que desee migrar de Obra Social
deberá dejar parte de su aporte en la Obra Social de
origen.
Como vemos estas medidas tienden a mejorar
notablemente la ecuación económico-financiera de las
Obras Sociales Nacionales.
La realidad de las Obras Sociales Provinciales que
dan servicios de salud a los empleados públicos de
las provincias y sus municipios (docentes, policías,
trabajadores municipales, bomberos, etc.), es más
complicada. Son 24 entidades que prestan servicios a
casi 6.000.000 de afiliados entre trabajadores y sus
grupos familiares y donde sobresale, por su
envergadura, la Obra Social de la Provincia de
Buenos Aires, el IOMA, con casi 1.750.000 afiliados.
Sus arcas se nutren mayoritariamente de los aportes
de los trabajadores y de la contribución patronal
que, en este caso, es el propio estado provincial.
Así como la recaudación de las Obras Sociales
Nacionales va de la mano de la evolución del PBI, en
el caso de las Provinciales su destino está ligado a
la situación fiscal de las provincias que se
encuentran en estado crítico. El escenario
internacional, la recesión económica, la disminución
de los fondos nacionales co-participables y, en
algunas provincias, la sequía, está afectando
notablemente sus economías. Tanto es así que cada
vez se escucha con más fuerza el rumor de que
vuelven las cuasi-monedas. Por ahora son sólo
rumores desmentidos por las máximas autoridades
políticas, pero “cuando el ruido suena…”
Al ver disminuidos sus ingresos fiscales las
provincias deberán prestar atención a la evolución
de sus gastos que son, mayoritariamente, los
salarios de sus empleados. Estamos asistiendo, como
sucede con cada inicio del ciclo escolar anual, a la
puja entre los distintos gobiernos provinciales y
los dirigentes de los gremios docentes que solicitan
incremento salarial. Del eventual aumento y de que
el mismo sea remunerativo por lo menos en lo que se
refiere a los aportes y contribuciones a la Obras
Sociales (con el objeto de no seguir
desfinanciándolas), dependerá el futuro de estos
financiadores tan importantes para nuestro sector.
Las asignaturas pendientes son muchas, algunas
vienen de larga data y ya han sido desarrolladas en
más de una oportunidad en este mismo espacio. La
solución que precisa la actividad no pasa porque se
nos otorgue una moratoria; debemos atacar con
medidas innovadoras los problemas estructurales que
padece el sector y que dieron origen, entre otras
cosas, a la deuda impositiva monumental que se
pretende resolver con la moratoria. Mientras exista
un atraso arancelario crónico, que año a año va
empeorando, sumado a una matriz tributaria
absolutamente injusta que las autoridades
gubernamentales se niegan a revisar, continuaremos
padeciendo este estado de debilidad endémica. Hemos
heredado lo peor de las décadas pasadas: la
inflación de los 80 con la desregulación de los 90,
en un entorno de alta movilidad en nuestros costos,
ya sea por aumento de salarios o por efecto de la
inflación. Mientras no exista un instrumento de
actualización automática de aranceles seguiremos
siendo los verdaderos financiadores del sistema,
pagando primero para luego “convencer” a nuestros
clientes de la necesidad de una actualización
arancelaria. Desunidos, a través de esfuerzos
individuales, miles de prestadores negociando con
cientos de financiadores que están sentados arriba
de sus recaudaciones plantea una lucha desigual,
donde esta vez no será David el ganador. |