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La Salud no forma parte de la Agenda de Estado

Se avecinan meses difíciles para el Sistema de Salud. Diversas variables macroeconómicas impactan directa y negativamente en los costos y en su financiamiento, tanto en el ámbito nacional como en las jurisdicciones provinciales.

Quizá el continuado y acelerado incremento de la “inflación” es la variable económica cuya evolución es observada con mayor preocupación por presentarse como una amenaza cierta para la viabilidad del Sistema. En relación a la Salud su significación es aún mayor a los índices representativos del conjunto de la actividad económica nacional. La imposibilidad fáctica de implementar soluciones sectoriales resulta, entre otros factores, de la distorsión de los conceptos de “oferta” y “demanda” como base formativa de precios y valores. El problema no es menor, toda vez que el “producto” demandado en nuestro caso, es la Atención Médica, que no se agota en la mera accesibilidad a las prestaciones. Durante el curso del año 2008, la inflación soportada por las prestaciones y servicios propios de la Salud fue más del 40%, impactando correlativamente en los costos empresariales del Sector en idéntico porcentaje. Como mero indicador de situación, cabe señalar que durante el año de referencia se incrementó exponencialmente el precio de los medicamentos, que en las condiciones contractuales habituales en los “convenios modulados”, son absorbidos por el prestador. Por esta misma circunstancia la corrección del aludido estado de cosas parece no constituir una prioridad en los ámbitos decisorios gubernamentales.
Otra variable de significación no menor está constituida por el incremento lento y continuado del valor del dólar estadounidense, circunstancia especialmente relevante en relación al tema en análisis, toda vez que muchos de los insumos y tecnología habitualmente empleados en la actividad son importados y se comercializan en esa moneda.
Complementa el sombrío panorama sectorial el fenómeno recesivo que tanto en el ámbito nacional como en el internacional da cuenta de una contracción económica. Esta, a su vez, conforma una defensa elemental y espontánea ante la intensidad de la crisis. La limitación que conlleva, irroga, a su vez en una interminable cadena de efectos negativos, por una baja en la recaudación en los aranceles por importación y de las retenciones por exportación (sumado todo a la caída de los precios internacionales). No puede sorprender que en el citado contexto se produzca una disminución notoria de la recaudación impositiva; y una menor disponibilidad de fondos para el auxilio económico de las Provincias. Estas, a su vez, ven disminuida la recaudación de sus propios impuestos, (con el agravante que dieciséis de ellas están en emergencia agropecuaria y difirieron el pago de lo que deben oblar a los productores de este ramo).
Nuestra actividad afronta consecuentemente la disminución de los presupuestos provinciales en materia de Salud, de los afectados a las Obras Sociales Provinciales, el congelamiento de los propios de los Hospitales Provinciales y Municipales y de nuestros aranceles (variable de ajuste elemental del Sistema, desde la óptica facilista de los responsables de las políticas respectivas).
Todo lo expuesto permite inducir el peligro cierto del desplome del Sistema de Salud, en relación a sus efectores y formulaciones tanto estatales como privadas.
Respecto a la Seguridad Social, cabe expresar que en estos últimos meses las Obras Sociales mostraron una recaudación incrementada a través de medidas evidentemente tuitivas (protectoras), como lo fueron el aumento desde el 1 de diciembre en un 26% promedio del valor mínimo garantizado, la transferencia del INSSJP a las Obras Sociales de 106,094 pesos por cada jubilado que se quedó en su OS o que optó cambiarse desde el INSSJP a otro Agente del Sistema. A tal medida deben sumarse las que disponen la actualización en un 30% del aporte de salud de los monotributistas (1.180.000) y personal doméstico (370.000), la elevación de $4.800 a 7.800 del tope salarial para calcular los aportes personales a las Obras Sociales que hacen los trabajadores en relación de dependencia que ganan sueldos altos (350.000 aproximadamente), el aumento del importe de la remuneración bruta mensual sobre las que proceden las retenciones destinadas al Fondo Solidario de Redistribución de $1.000 a $2.400,y el aporte por las cotizaciones para obra social por jornada completa de los trabajadores a tiempo parcial. Pero a pesar del efecto positivo que configuran las medidas aludidas, el aporte más importante del sistema es el originado en el Salario. Este, sin ningún género de dudas se verá afectado negativamente por la previsible limitación de la actividad productiva de muchos sectores, que acudirán al recurso masivo de suspensiones, despidos, aumentos como suma fija que no aportan a la Seguridad Social o la opción de no incremento de salarios para conservar el empleo.
Corroborando la tendencia observada, debe remarcarse que ya se observan algunos de los efectos necesarios, como por ejemplo los atrasos en los pagos de las Obras Sociales a sus prestadores.
Como la Salud no forma parte de la Agenda de Estado, o resulta pobremente atendida por algunos Gobiernos tanto Nacional como Provinciales, los programas y acciones que debieran conformar una Política de Salud coherente y dinámica y constituyen tan solo un plexo de decisiones parciales e inconexas, y se encuentran expuestos a sufrir las modificaciones resultantes de eventuales cambios de gobierno y de la prioridad que se acuerda a las actividades electorales en los “años políticos”, en los que la promoción del Bien Común parece subordinarse a la obtención del poder.
A los referidos problemas coyunturales se le agregan los estructurales del Sector. Uno de los de mayor relevancia es la falta de definición de la actividad de “Salud” como prioritaria en orden al Bien Público. Lo expuesto ocasiona que el Sector se encuentre sometido a una carga impositiva distorsiva e injusta. Afectan igualmente al Sistema la litigiosidad indebida, el deterioro de la calidad, la accesibilidad y de la equidad en la Atención Médica; y por último pero no menos importante, la crisis del Recurso Humano. No se aprecian conductas ni cursos de acción tendientes a la solución del complejo problema en análisis. Por ello, pese a nuestro deseo en sentido contrario no cabe el optimismo en el diagnóstico de situación y evolución del Sector.
Estamos convencidos que la única manera de enfrentar las crisis para que no se afecten dos Garantías Constitucionales como son el Derecho a la Salud y a la Atención Médica, es asegurando la sustentabilidad económica y financiera de todo el Sistema, tanto Estatal en sus tres niveles, como la Seguridad Social y el Privado. Y en la voluntad plena de respetar la dignidad de la persona, sustento pleno e insustituible del Estado de Derecho como base de convivencia democrática.
Este artículo fue escrito a principios de abril del corriente año; seguramente, desde esa fecha hasta la de su publicación algunas de las circunstancias señaladas como amenazas potenciales podrán haberse concretado. Pese a todo lo expuesto, los argentinos confiamos en la creatividad de nuestro pueblo, en su decidida vocación de construir una Patria mejor y más justa… y en esa certidumbre sustentamos Esperanza.

 

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