Luego de cinco años
de bonanza económica global (2003 – 2008), con tasas
mundiales récords de crecimiento de la actividad
económica y el empleo, con precios de alimentos y
materias primas extremadamente favorables para los
países emergentes, con abundancia de capitales
internacionales, el 2009 es el año en que finalmente
concluyen los buenos tiempos.
El
2009 es el año en que los salarios y las
jubilaciones reales recuperan el valor que tenían
con anterioridad a la megadevaluación y los altos
precios internacionales se derrumbaron sorpresiva y
abruptamente, con lo cual, la recuperación se ha
quedado sin “motores”.
El impacto sobre el sector salud va a ser directo.
Con un nivel de empleo y de salarios estancados,
existe la posibilidad optimista de que no haya una
crisis de cobertura, es decir, que se produzca un
fenómeno masivo de gente que pierde su acceso a la
medicina privada. Pero sí es altamente probable que
se produzcan severas restricciones para hacer frente
a la inflación en salud.
Entre diciembre de 2007 y diciembre de 2008, los
insumos para la atención médica aumentaron un 44%.
La
desarticulación de precios entre la evolución de los
precios de las clínicas y sanatorios y los precios
de los insumos se agravó durante el 2008. Se estima
que la brecha existente entre los precios que cobran
las instituciones y lo que deberían cobrar si
trasladaran todos los aumentos de precios de insumos
que sufrieron en el 2008 ha llegado al 34%. Esta
brecha es la que se define como el “retraso de
precios que sufre el sector médico prestador privado
de la República Argentina”.
Esta medida del retraso de precios que sufre el
sector médico prestador privado indica que los
incrementos que el sector recibirá durante enero y
marzo de 2009 serán sólo un paliativo transitorio
para evitar que la brecha se siga incrementando,
estando lejos todavía la posibilidad de eliminar
esta brecha entre costos y precios que se arrastra
desde el 2002.
La crisis atrapa al sector salud argentino dividido
y confrontado y sin un esquema de política global
para el sector. Queda la esperanza que se aúnen los
esfuerzos entre autoridades estatales y sector
privado para salir adelante. Por ello, es
imprescindible la reflexión, la tolerancia y la
unión público–privada para lograr objetivos sociales
trascendentes y de largo plazo. |