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Columna


Estado de bienestar (¿Para quién?)

Por Carlos Vassallo.
Consultor Internacional Economía y Gestión de la Salud y de los medicamentos
 

Desafío al lector a leer concienzudamente este concepto de empresa y verificar las coincidencias y disidencias que puede tener respecto del mismo. La empresa es una organización social que realiza un conjunto de actividades y utiliza una gran variedad de recursos (financieros, materiales, tecnológicos y humanos) para lograr determinados objetivos, como la satisfacción de una necesidad o deseo de su mercado meta con la finalidad de lucrar o no; y que es construida a partir de conversaciones específicas basadas en compromisos mutuos entre las personas que la conforman. (Ivan Thompson, El concepto de empresa) (www.promonegocios.net).
Si existiera coincidencia en un 90% de lo que aquí se define como empresa, quisiera pedirle que ya no se deje engañar más por aquellos empleados públicos que ante el mínimo intento de introducir mejoras en la gestión que siempre tocará algún privilegio obtenido durante los años, hacen referencia a la privatización de la salud o de la educación o lo que se administre estatalmente.
Se puede estar a favor de un gerente empresarial que suceda a uno burocrático y considerar que determinadas funciones deben ser cumplidas por el estado y no por el privado. El engaño se ha dado porque ciertos fundamentalismos de mercado han preferido discutir la cuestión de la propiedad (pública o privada) antes que sobre los derechos de esa propiedad y cómo están distribuidos. El problema no está en la propiedad el problema reside en la falta de competencia, en la ausencia de premios o castigos según las acciones. Cómo intentar que algo mejore si no existen incentivos ni méritos a considerar en un modelo que iguala para abajo.
Si no somos capaces en los próximos años de poner la reforma del estado en un lugar clave de la agenda, me temo que estaremos peor. El problema es que la gente no lo pone todavía entre los reclamos y los partidos políticos gambetean el tema por su historia de populismo que el peronismo ha sabido inocular a lo largo y a lo ancho de la política argentina. El Estado es el lugar para financiar la política, captar voluntades a través de programas sociales y todas estas prácticas que se realizan desde antes de la última democracia. Hasta los militares que tenían un discurso liberal usaron el estado para darle trabajo a militares (empleados públicos especiales) que necesitaban una empresa pública o puesto gerencial para mejorar sus ingresos.
La situación argentina es particular porque la mezquindad y la pobreza de ideas de los partidos, hace que la mayoría utilice cualquier intento de reforma de un gobierno sobre el tema como una forma de hacerle pagar costos políticos, no importa cuán justo o injusto pueda ser esto. Eso es política barata. Sin embargo, para la oposición el problema comienza cuando gana las elecciones y entonces los roles cambian, los antiguos malos ahora se alinean con los empleados públicos y los aliados ahora son los que quieren introducir eficiencia en la gestión. Los dueños del estado de bienestar son los sindicatos de empleados públicos. Es una mentira que el estado es de los ciudadanos, el estado ha sido cooptado por los que trabajan en él, sobre todo aquellos que tienen contratos de por vida sin que nadie, ni siquiera alguien votado por la mayoría de la población pueda hacerlos trabajar.
Es cierto que en una Argentina donde todavía no construimos el estado burocrático a la Weber, pensar en pasar a un estado con gestión empresarial es casi una utopía, pero hay países de América latina que han dado el primer paso (Brasil y Chile) e intentan no sin dificultades saltar la segunda valla.
La capacidad de reacción de políticos y gestores es mucho menor que la necesidad de cambios de la sociedad actual. Para ser el director de un hospital o de una escuela ya no es suficiente la capacidad de mando o el liderazgo en su puesto, hoy debe profesionalizarse la formación de los recursos humanos claves, captar a nuevos profesionales que puedan ocupar cargos directivos e introducir profesionales de otras organizaciones que puedan traer su “know how”. Un ejemplo es lo que se puede aprender de logística de otros modelos de empresas, saber comprar, saber manejar un inventario forma parte de la microeconomía y está fuertemente relacionado con los resultados finales de la empresa.
Involución es lo que puede caracterizar el estado argentino, desde los años cincuenta y sesenta hasta nuestros días. Es cierto que las dictaduras militares fueron claves para entender este problema nuestro de una gestión estatal deficiente. Pero tenemos 25 años de democracia y nadie le ha puesto el cascabel al gato. Cuando alguien ha tenido un discurso más proclive a la reforma ha sido utilizado por los adversarios políticos para juntar votos y viceversa, así no vamos a ninguna parte, estamos prisioneros de un sistema endogámico cuyos resultados son nulos.
Acuerdos y consensos políticos de los representantes votados es fundamental, para hacer más eficiente el gasto público y más eficaz el accionar estatal.
Quiero terminar con una frase de Mariano Moreno que siempre repetía ese gran comunicador que fue Tato Bores: “Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada uno no conoce lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir jamás la tiranía”.

 

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