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Opinión


La especialización de los médicos y las residencias ¿Un camino mandatorio?

Por el Dr. Marcelo García Dieguez (*)


En la Argentina en el 2015 aproximadamente la mitad de los médicos tenía declarada una especialidad, variando esta proporción según el rango etario (1). De ellos menos del 10% declaraba como especialidad medicina general o familiar.
Nuestro país cuenta con una tradición en residencias, lo que forjó un sistema sólido, y mayoritariamente de calidad documentada. Prueba de ello es haberse convertido en un polo de atracción para la migración educacional de profesionales de otros países de la región.
En el año 2019 se pusieron en juego 4.291 plazas de residencias (2) médicas a través del examen único nacional, a lo que hay que sumarle las de la provincia de Córdoba, el concurso de la UBA y alguna oferta privada que tiene su propio sistema de ingreso. Este número supera el número de graduados de las universidades públicas y privadas para el mismo año. El 30% aproximadamente de la oferta de vacantes de residencia no se cubre.
En 2019 el Ministerio de Educación aprobó la resolución 2.643, por la que se incrementa la carga horaria para posgrados en medicina (y otras ramas de las ciencias de la salud), y hace explícita mención a la necesidad de una alta carga práctica. Esto acerca estas modalidades de posgrado a lo que conocemos del sistema de residencias.
Hasta acá hechos y datos.
La primera pregunta que surge es por qué no se cubre la oferta. Sin dudas es un fenómeno multicausal, pero algunos aspectos merecen nuestra mirada con más detalle. Por un lado, la oferta de otras modalidades de formación alternativa permite compartir el tiempo con menor carga de estudio y así acceder a otras formas laborales mejor remuneradas. Por otro lado, la residencia sigue siendo un camino con alta carga de trabajo, ingresos magros y de dedicación exclusiva.
Asimismo, la alta demanda de profesionales para cubrir cargos en guardias, o puestos laborales en ciudades pequeñas sin oferta formativa, lleva a incrementar los salarios ofrecidos, convirtiéndose en una tentación para graduados recientes.
De ahí derivamos a otra pregunta: ¿es necesario que los médicos continúen una formación intensiva de posgrado al terminar su carrera de grado previo a insertarse en forma definitiva en el mercado laboral?
El médico en general desarrolla una actividad, que si bien, en la gran mayoría de los casos, se realiza en equipo, carece de una supervisión asegurada. En la práctica médica independiente el profesional no puede predecir la complejidad de las situaciones a las que se enfrentará, no hay forma de garantizar una progresión desde su competencia inicial a una maestría profesional en forma gradual, en la medida que acumule experiencia.
Por eso la residencia, siempre que se asegure su calidad, ofrece un sistema de autonomía progresiva, con supervisión decreciente, que permita el desarrollo profesional en un ámbito controlado. Esto no sólo debe analizarse desde el concepto educacional y de la carrera profesional, sino que constituye primordialmente un reaseguro de la seguridad del paciente.
Queda para otros debates qué rol ocupa cada uno de los actores claves en un posible nuevo escenario en el que las residencias sean un camino mandatorio para el ejercicio de la práctica autónoma, y esto incluye tanto a las Universidades con su rol formador, hoy marginal en el sistema de residencias, y a los financiadores del sistema, hoy mayoritariamente en manos del estado a través de los gobierno nacionales, provinciales y municipales.
También cuánto tenemos que revisar las condiciones de formación, las estrategias educacionales y de evaluación que se utilizan, y fundamentalmente las condiciones de prácticas y formación en las que insertamos a nuestros residentes.
Ampliemos el análisis incorporando la mirada de la planificación del capital humano para atender las demandas de la población. En este sentido, si además de asegurar profesionales competentes para la atención de la población pretendemos aumentar la accesibilidad, debemos analizar cómo incrementar la disponibilidad de médicos en el primer nivel de atención.
La proporción de formación actual es baja y por ende la distribución del total de la oferta de vacantes no puede quedar afuera del análisis. Países que han logrado que todos sus graduados pasen por un sistema de residencia, como Canadá o España superan el 30% de su oferta en puestos de medicina familiar.
Lo que no podemos dejar de analizar es sin dudas que hoy están dadas las condiciones para avanzar racionalmente a promover la formación de posgrado mandatorio para los graduados en medicina, como han progresado todos aquellos países que lograron una oferta que equipare el número de graduados.

Referencias
1- Navarro Pérez P, Contreras Sánchez AJ, Junco Gómez MC, Sánchez Villegas P, Sánchez-Catalejo Garrido C, Luque Martin N. Análisis de la distribución geográfica de médicos especialistas en la República Argentina, Buenos Aires: Ministerio de Salud de la Nación, 2015 disponible en:
http://docs.bvsalud.org/biblioref/2018/05/884869/2015_ops_ms _arg_eadp_demo_medica_argentina-1.pdf
2- Dirección Nacional de Capital Humano. García Dieguez M (Ed) La Formación de los recursos humanos en salud 2016-2019 Buenos Aires. Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación: 2019 disponible en: https://sites.bvsalud.org/bvs-msal/biblio?filter=database:%22Capital %20Humano%22.


(*) Médico, Máster of Health Professions Education, Profesor Asociado del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional del Sur, Ex – Director de Capital Humano del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación.

 

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