Una ley que puede prevenir graves malformaciones
espera que el poder ejecutivo la reglamente
El Área de Política de Salud de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas
Públicas para la Equidad y el Crecimiento) realizó una investigación que
evidencia la necesidad de contar con una ley de fortificación de la harina de
trigo en nuestro país para evitar malformaciones en recién nacidos.
Por Ariana Koffsmon
y Ariela Vinitzky
Si
el Poder Ejecutivo reglamentara la
ley que establece la fortificación obligatoria de la harina de trigo con ácido
fólico (ya aprobada por Senadores y Diputados e impulsada por la senadora Ada
Maza), la Argentina reduciría de 700 a 567 el número de bebés nacidos con
defectos congénitos del cerebro y la columna vertebral.
Los
principales problemas derivados de la carencia de ácido fólico se producen
durante la tercera y cuarta semanas de vida
intrauterina, antes
incluso de que muchas mujeres sepan
de su embarazo. En esta etapa comienza a gestarse el
sistema nervioso central del futuro bebé: los tejidos se cierran como
hojas formando el tubo neural, que se recubre con la piel y en torno al cual se
desarrollan las vértebras. Sin el ácido fólico, los tejidos no llegan a cerrase
completamente y queda una abertura conocida como "disrafia". Esto da lugar a
malformaciones con diversos grados de severidad y pronóstico –como anencefalia y
espina bífida-, que en la mayoría de los casos conducen a la mortalidad infantil
y a la discapacidad.
Como el cuerpo humano no produce
esta sustancia, debe procurársela ya sea aumentando el
consumo de alimentos ricos en esta vitamina –vegetales de hojas verdes,
legumbres, hígado, frutas cítricas y pan integral-,
consumiendo suplementos de ácido fólico o fortificando los alimentos con este
ácido. Entre estas estrategias, se reconoce a la fortificación de los
alimentos como el método más eficiente, que ofrece una oportunidad inmediata y
económicamente viable para disminuir el riesgo de desarrollo de malformaciones
congénitas. La harina de trigo fortificada se presenta como el vehículo más
apropiado para asegurar que los miembros más vulnerables de la sociedad accedan
al ácido fólico, ya que se trata de un alimento básico que –en forma de pan- un
alto porcentaje de la población consume durante todo el año.
Desafortunadamente,
en nuestro país, sólo se incorpora ácido fólico en la harina de trigo para
exportación pero no en la que se destina al consumo interno.
Según muestra la experiencia en los países industrializados, las
estrategias más exitosas de fortificación de los alimentos han sido siempre las
obligatorias. Si no existe la demanda por parte del consumidor, a menudo la
industria opta por no fortificar los productos, a menos que se la fuerce en este
sentido. Resulta por eso fundamental que la sociedad civil tome conciencia sobre
esta necesidad y que el Poder Ejecutivo promulgue y reglamente esta ley.
Sin tomar en cuenta
las consecuencias emocionales de este problema,
el costo total de espina bífida en el transcurso de una vida para
infantes afectados nacidos (incluyendo el costo directo de servicios médicos, de
rehabilitación y educativos y el costo indirecto asociado con la morbilidad y la
mortalidad) es, en nuestro país, de U$S 200.000.
Según UNICEF –refiriéndose a un estudio realizado por la Dra. Eva
Hertrampf-
, el costo de agregar nutrientes a la harina de trigo -entre ellos el ácido
fólico- es de U$S 0,15 por cada 50 Kg. de harina. Durante el año 2000, el
consumo interno de harina de trigo alcanzó las 170 mil toneladas.
Incorporar ácido fólico en esta harina habría costado U$S 510.000, suma
insuficiente siquiera para cubrir el tratamiento de por vida de tres niños
nacidos con estas malformaciones. La prevención habría cubierto a gran parte de
la población, evitando problemas en más de 700 niños.
Puesto que
la suplementación de ácido fólico debe empezar tres meses antes de la
concepción, no es posible resolver los defectos del tubo neural mediante
programas para embarazadas. Por esta razón, se recomienda que toda mujer en edad
fértil consuma esta vitamina de modo preventivo.
La fortificación no
reemplaza la toma del suplemento, pero puede proporcionar protección a las
mujeres que queden embarazadas y que no consumían suficiente ácido fólico. Se ha
comprobado la especial incidencia de la suplementación en
mujeres con antecedentes de un feto o niño nacido con estas malformaciones a las
que se les suministró ácido fólico. En estos casos se produjo una disminución de
la recurrencia del 72%.
El 95% de los casos de defectos del tubo neural se registran en
el primer hijo de una misma mujer, por lo cual evitar que estos primeros niños
se vean afectados representa un problema mayor que el de prevenir recurrencias
.
En aquellas mujeres sin antecedentes, el riesgo se puede disminuir hasta un 50%
con la suplementación .
Las malformaciones congénitas son un problema de salud pública
que repercuten en el ámbito familiar y en la sociedad. Es por ello que no
debemos ser ajenos a una realidad que podría evitarse,
reglamentando la
Ley de fortificación de harinas.
“The impact of Folic Acid Fortification of the U.S. Food Supply on the
Occurrence of Neural Tube Defects” Journal of the American Medical
Association– 20 de junio de 1999.
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