La mala
práctica médica se podría definir como la existencia de una conducta
negligente, inexperta o imprudente del profesional médico o una falla de
la organización empresaria dedicada a cuidar de la salud de las personas,
que podría causar en forma directa una lesión o la muerte de un paciente.
Este sentimiento casi popular no tiene en cuenta la existencia del riesgo
de complicaciones propias de muchos de los procedimientos clínicos o
quirúrgicos ejecutados diariamente, y los consecuentes resultados adversos
producidos sin culpa del médico o la organización, mal llamados mala
práctica médica. Nuevas técnicas están siendo introducidas para mejorar la
comunicación y la prevención de estas cuestiones.
Una es el análisis primario y la discusión de las causas de posibles
errores médicos seguidos por un resultado adverso, para evitar que vuelvan
a ocurrir. Es decir la gestión del riesgo para evitar la producción de
daños que son evitables.
Por otro lado y a iniciativa de la Organización Mundial de la Salud se
anunció la puesta en marcha de la Alianza Mundial para la Seguridad del
Paciente y con ello una serie de medidas clave para reducir el número de
enfermedades, traumatismos y defunciones que sufren los pacientes al
recibir atención sanitaria. La OMS y sus asociados incluso en América
Latina, se han unido para promover el objetivo de seguridad del paciente
que se resume en el lema «Ante todo, no hacer daño» y para reducir las
consecuencias sanitarias y sociales indeseables que puede tener la
atención de la salud. Aparentemente la población mundial entiende que el
estándar en la práctica médica es la perfección y en consecuencia no se
aceptan los errores médicos.
Se comenta que los errores médicos seguirán porque los operadores del
sistema son seres humanos, y los médicos entienden que es mas fácil,
rápido y menos costoso, que los pacientes comprendamos que el error
existe, antes que los errores se corrijan o al menos se trate de evitar
que vuelvan a ocurrir.
Otra técnica con la que hoy en día también se esta trabajando es, para
enseñarles a los médicos a pedir perdón. Las estadísticas indican que
cuando a los pacientes se nos trata con sinceridad, respeto y compasión,
aceptaremos las disculpas y elegiremos no iniciar acciones legales. Por
otro lado aceptaremos una compensación económica justa que cubra los
costos adicionales que se necesitarán por causa de la complicación
sufrida, y preferiremos no embarcarnos en esos largos y penosos procesos
judiciales – cuando son legítimos – para dar por terminado mas rápidamente
nuestro problema. A no dudar entonces que el hecho de que seamos
comprensivos con la existencia del error y que aceptemos las disculpas,
nos hará renunciar a la pretensión compensatoria. Los pacientes también
somos seres humanos.
El problema es que el médico no está siempre capacitado para saber pedir
perdón en el momento adecuado. Y por otro lado los abogados hemos creado
la cultura de “negar y defenderse”, ya que el perdón podría ser mal
interpretado y considerarse al médico confeso al menos de la comisión de
un delito criminal culposo. En cualquier otra actividad se considera no
solo correcto, sino también una parte importante del profesionalismo y del
buen servicio al cliente, el ofrecer una disculpa y una compensación
adecuada ante un caso de insatisfacción del cliente. Qué viajero aéreo
frecuente no habrá reclamado por un up grade cuando le han extraviado su
valija o le han sobre vendido su vuelo?
Si usted es médico, considere cuándo fue la última vez que le dijo, “lo
siento” a un paciente? Cuándo fue la última vez que escuchó a un médico
pedir disculpas a un paciente? Y a una enfermera? Y a un residente? Pedir
perdón se trata de sanar la relación y mantener la confianza, base del
contrato médico. Los hechos – la experiencia – me han demostrado que los
pacientes tenemos menos tendencia a iniciar una demanda cuando el médico
ha sido sincero y ha expresado su pena ante los errores o los resultados
adversos o inesperados. Los pacientes y nuestras familias seremos
increíblemente generosos en nuestra forma de responder ante una disculpa
sincera. Incluso en ocasiones, como he visto, encontraremos nosotros
mismos la gracia necesaria para consolar a un médico apenado. En cambio,
aquellos pacientes o parientes a quienes no se nos dio esta posibilidad,
creeremos que la venganza nos traerá paz, eligiendo el camino del juicio .
Solo falta que el médico aprenda a reconocer cuando es necesario
disculparse, y no refugiarse en el alcázar de su soberbia. Es la mejor
forma de ser odiado. La falibilidad del médico y de la medicina así como
los límites de exigencia, deben ser informados por el profesional. Para
ello deberá tomarse su tiempo. Esto es lo que le permitirá recuperar la
confianza del paciente, situación en la que él mismo seguramente alguna
vez habrá de sufrir.
El
autor es abogado y Vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de
Gestión de Riesgos en Instituciones de Salud (ALGRIS)
|