Que cuando en 1598, Juan de Garay
fundó la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María
del Buen Ayre lo hizo “sin tener médico, boticario ni cura,
trinidad infaltable en todo pueblo”.
Por ese motivo, el primer hospital de la actual Buenos Aires
pudo edificarse en los plazos previstos, hasta que desde
Portugal llegó el primer médico en ejercer efectivamente sus
saberes: Don Manuel Álvarez quien el 31 de enero de 1605 “firmó
un contrato con el Cabildo, en el que éste se comprometía a
pagarle 400 pesos en mercaderías -frutos de la tierra- como
contraprestación a sus servicios”.
Don Manuel se abocó entonces a los fomentos, las sangrías, las
ventosas y los purgantes, pero al año hubo de renunciar, cansado
de reclamarle a sus empleadores la paga prometida. (1)
Hace entonces 433 años que los médicos en estos Buenos Aires y
sus alrededores reclamamos un pago justo por nuestros servicios.
Años más tarde, en 1608, Don Francisco Xijón, primer médico
español con título reconocido exige y obtiene, por parte de las
autoridades, la obligatoriedad de la habilitación del título
para cada distinguido colega que arribe a estas costas como
prerrequisito para el ejercicio de la medicina. Tal vez, el
prohombre de los Colegios Médicos.
Más de cuatro siglos después, seguimos peleando por nuestros
honorarios y reclamando por el número de estudiantes y médicos
extranjeros...Tal vez sea hora de incorporar una perspectiva
diferente. ¡Ahí vamos! (o por lo menos lo intentaremos en el
párrafo final).
El ejercicio liberal de la medicina fue -con la excepción de
contrataciones específicas a cargo de autoridades civiles o
incluso la iglesia-la modalidad casi excluyente de la inserción
del médico en el mercado de la salud hasta casi entrado el Siglo
XX.
Fueron los primeros contingentes de inmigrantes quienes, con sus
organizaciones mutuales, y sus asociaciones de oficios
incorporaron acuerdos institucionales, los que, de todos modos,
continuaron siendo marginales.
El hospital, como fuente de formación y prestigio superaba a los
ingresos marginales que podía generar, y el consultorio, el
sanatorio, se ocupaban del sustento -y mucho más que eso-.
La sistematización del empleo a través de aseguradoras o
prestadoras de servicios esboza a mediados del siglo pasado una
tendencia que se arraiga en nuestro país en los tempranos
setenta.
Tal como iba sucediendo en Europa e incluso en nuestra región,
la consolidación de los sistemas de seguridad social, y el
surgimiento de los seguros privados incorporaron formas
contractuales muy distantes a las de los modelos iniciales.
La puja distributiva que caracteriza al sector salud desde
entonces comienza a profundizar el sendero que el Dr. Álvarez
había iniciado tanto tiempo atrás.
Desde entonces -como bien sabemos-, las condiciones no han hecho
más que agravarse. Precarización, multiempleo y postergación de
pagos para la mayoría de quienes trabajan en salud como
características constitutivas de un sector que, particularmente
desde la finalización de la pandemia clama por respuestas y se
ha constituido como el condicionante central de la viabilidad de
los sistemas de salud.
Insensiblemente, hemos pasado de aquel ejercicio liberal
inviable en el contexto de una organización socialmente
equitativa en el siglo XXI, al desarrollo de un mercado dual en
el que la baja remuneración y las condiciones laborales impulsan
el desarrollo de conductas auto defensivas, y en el que el
incremento de la oferta de trabajo a tiempo parcial acrecienta
el riesgo de stress laboral, burnout, desapego e inestabilidad
para quien allí se desempeña, mientras que provee deterioro de
la calidad, inestabilidad, alta rotación de personal y “fordización”
del proceso asistencial en las instituciones de salud. Y para
unos y otros, deshumanización del acto y la relación médico
paciente.
Según datos de 2020, (2) durante la pandemia Covid-19, el 96,3%
de los médicos y 68,1% de enfermeros registraban multiempleo. La
media fue de 3,1 de empleos para médicos/as y de 1,89 para
enfermeros/as. Largamente, las causas invocadas fueron la
necesidad de subsistencia y la insuficiencia de ingresos,
predominando la relación de dependencia como forma de
contratación (62,5% entre enfermeros, 43% entre médicos).
Como era de esperar, en estos, la segunda forma de contratación
fue la locación de servicios y luego el pago por prestación o
cápita. El panorama en la región no es muy diferente, aunque con
una impronta clara: los menores niveles de pluriempleo se ven en
países que han avanzado hacia la consolidación de sistemas más
integrados. Aun así, como mínimo el 40% de los médicos en la
Argentina y Brasil trabajan más de 40 Hs. semanales, 53% en Perú
y 82% en Costa Rica. (3)
Más allá de las condiciones macroeconómicos y estructurales que
condicionan el mercado de salud, los datos precedentes explican
por qué muchos de quienes que pueden incorporarse al sistema no
lo hacen, y muchos de los que forman parte de él, están
insatisfechos o dispuestos a abandonarlo. O a emigrar, en busca
de mejores condiciones de vida.
El ecosistema sanitario se ha roto por su eslabón más débil. Y
es necesario repararlo urgentemente. Pero no será sólo a través
de la reivindicación económica la que encuentre la salida del
laberinto. En la medida que los intereses de quienes se
desempeñan en el sector salud no se encuentren alineados con los
que el conjunto de la sociedad reclama de éste, no existe
solución posible.
Dicho en otras palabras: mientras el médico no forme parte de un
modelo integrado, y trabaje para ese sistema de salud,
recibiendo respuestas y contraprestación digna en vez de ganarse
la vida contra un sistema desarticulado, en el que se sienta
necesariamente compelido a optimizar su ingreso marginal,
seguiremos escuchando las amargas palabras de Manuel Álvarez,
despotricando contra un Cabildo que se olvida tanto de él, como
de las externalidades de su satisfacción personal.
REFERENCIAS:
1) López Mato, O. La Patria enferma. Eds. Penguin. 2012.
2) Duré I. et al. El multiempleo en profesionales de la salud de
la provincia de buenos aires: Estudio transversal de profesiones
y especialidades más demandadas en la pandemia covid-19. Becas
Salud Investiga 2020-21
3) Rosales C. Condiciones de trabajo y salud de los trabajadores
en Argentina, Costa Rica, Brasil y Perú. 2010.
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