Una forma de definir un mercado desde la economía
política es la descripción de la cadena y en particular
de quienes son los agentes, que representan el tamaño y
poder de mercado que tienen los diferentes actores. Una
breve descripción nos permite identificar lo siguiente:
-
Según
datos censados, el sector farmacéutico argentino se
compone de aproximadamente 250 laboratorios nacionales y
extranjeros, que abastecen fundamentalmente al mercado
interno (25 empresas realizan el 75% de las ventas).
-
4
grandes distribuidoras (monopolizan 65% del mercado).
-
445
droguerías (4 principales).
-
Alrededor de 13.000 farmacias registradas y autorizadas.
-
70 %
del gasto en medicamentos argentinos lo paga la
población (con o sin cobertura médica) de su bolsillo.
-
La
industria es dependiente de insumos que se importan.
-
La
industria “nacional” mantiene un cuota de mercado
superior al 64% en unidades y con una facturación del
53% en tanto los multinacionales 36% en unidades y 47%
en valores.
Durante los años noventa los problemas de financiamiento
de la Seguridad Social en materia de provisión de
medicamentos permitieron a la industria que hasta ese
momento se había mantenido apartada de los contratos
ingresar a cumplir un rol que se iba a ir ampliando
durante los años.
El contrato más importante que tiene la Seguridad Social
de la Argentina es el de Pami (4,2 millones de
afiliados) y representa aproximadamente el 25% del total
de gasto en medicamentos fue realizado por la industria
farmacéutica en el año 1996.
A través de un trabajo conjunto de las Cámaras que ya
habían superado sus rencillas internas por la ley de
patentes se logra firmar un contrato con el Pami y la
administración del mismo (incluido el manejo de
información estratégica pasa a manos de la gerenciadora
creada con ese fin, denominada Farmalink).
A través de ese contrato la industria (o mejor dicho los
grandes laboratorios) controlan de manera importante qué
y cómo se dispensa, tiene información sobre la
prescripción de los médicos del sistema, paga con
productos y controla de esta manera a las droguerías y
farmacias. En realidad en la Argentina no se necesita
ser propietario de los efectores o de las redes en
cuanto se controle el contrato y el financiamiento se
puede tener a disposición la oferta que uno quiera. Las
farmacias cayeron a los pies de la industria que les
hizo hacer lo que quiso en todo momento y en todo lugar.
Las intervenciones que se han sucedido en el ese
elefante blanco llamado Pami no han cambiado
sustancialmente nada del mismo. Recuerdo haber conocido
uno de los interventores que durante los días anteriores
a su nombramiento era un gran crítico y tenía un
pensamiento de reorganizar el instituto lo dejé de ver
tres días y al cuarto ya me contó que creía que el Pami
tenía solución y que él podía sacarlo de la situación
donde se encontraba. Nunca más se habló de cambios.
Los financiadores (obras sociales y prepagas)
renunciaron a ejercer su función de compra, negociando
mejores precios de los medicamentos ambulatorios a
cambio de un generoso descuento del porcentaje que les
tocaba pagar como parte de la cobertura. Eso sí ellos
deberían reconocer como precio el del manual Kairos y
donde el perjudicado es el “beneficiario” de la
seguridad social que debe pagar el 60% de un precio
inflado. Todos contentos, por supuesto que el gasto de
bolsillo es importante pero los pacientes también con
una tradición latina muy consumidora, piden alegremente
recetas que son hechas por los médicos de las obras
sociales, total el que paga el precio total es el
paciente. Diferente es la situación si nos referimos a
medicamentos que tienen coberturas mayores (100%)
pagados totalmente por el financiador, allí sí que los
financiadores defienden y solicitan estudios de revisión
sistemática para considerar que financian, luego
defienden con “uñas y dientes” el precio que pagarán. La
función no cumplida por la APE de analizar desde un
punto de vista técnico administrativo la presentación de
las historias clínicas y evaluar el costo efectividad de
los medicamentos, tecnologías y procedimientos (gastos
catastróficos) suministrados a los pacientes, ha
impedido la aparición de un negociador que traería mayor
equilibrio de mercado. Tal como sucede con el Fondo
Nacional de Recursos en el país vecino de Uruguay.
Por otra parte vale la pena preguntarnos acerca de lo
que fue sucediendo con el proceso de distribución de los
medicamentos que son una parte importante cuando el
mismo sale del laboratorio productor o importador. En
primer lugar es necesario mencionar que durante los años
noventa se dieron cambios económicos relevantes que
podemos resumir de la siguiente manera:
-
Fuerte
concentración de capitales, en especial en el sector
financiero y derivados a distintos sectores de la
actividad económica (bancos, aseguradoras de salud,
seguros en general, ART).
-
La
Argentina se transformaba en atractiva pista de
aterrizaje de volúmenes importantes y contundentes de
capital.
Por
primera vez, la Industria Farmacéutica sintió una clara
amenaza en el futuro poder de negociación por la venta
de medicamentos. Hasta ese momento las droguerías que
eran parte de la cadena negociaban con los laboratorios
y entregaban los productos a las farmacias.
Sin embargo, si en el futuro los bancos decidían
ingresar en el negocio de la salud como parecía estar
sucediendo, dado que algunos armaron redes de atención a
pacientes a través de sistemas de salud de integración
vertical (esto es ser los propietarios de sanatorios,
consultorios de atención médica, farmacias y cadenas de
farmacias) era lógico que en determinado momento se
presentaran a comprar medicamentos en forma directa a
los laboratorios, evitando a las droguerías.
Con dinero en efectivo y pudiendo comprar igual o más de
lo que compran las droguerías mensualmente sin crédito
(30 días o más) y podían estar en condiciones de pedir
descuentos especiales. Ya existía la experiencia chilena
donde las cadenas farmacéuticas organizadas por
droguerías se expandieron y exigieron y condicionaron a
la industria del medicamento a precios más bajos,
descuentos y excelentes condiciones. Las cadenas tenían
una población amarrada a la farmacia y era un poderoso
elemento de negociación en un país que no cubre la
prestación farmacéutica.
Nadie podía asegurar que esa situación no se diera en la
Argentina y esto podría cambiar el peso de la
negociación y poner de rodillas a los laboratorios ante
el potencial de venta de las droguerías y cadenas de
farmacias asociadas. Ante ese riesgo potencial los
laboratorios crearon las distribuidoras.
Las distribuidoras ya existían. De hecho Rofina
pertenecía a Roemmers y DISPROFARMA, una sociedad cuyo
accionista principal es la familia BAGO. Habían sido
creadas con otros fines, casi exclusivamente para
mejorar la operatoria logística y abaratar los costos de
la misma, mejorar la efectividad en la cobranza y
achicar niveles de morosidad. También en esa época se
crea Farmanet propiedad de una sociedad formada por dos
laboratorios nacionales GADOR y CASASCO y tres socios
multinacionales BAYER, NOVARTIS Y BÖEHRINGER INGELHEIM;
y finalmente GLOBAL FARM, que va a congregar a la
mayoría de los laboratorios de origen estadounidense.
Qué es una distribuidora farmacéutica. Es una
organización integrada por laboratorios farmacéuticos
que brinda a todo el grupo servicios de distinto tipo:
logísticos, financieros, administrativos y comerciales.
Existen dos tipos de integrantes: propietarios y
clientes. Un grupo de laboratorios propietarios crea la
distribuidora y capta laboratorios clientes que desean
gozar de idénticos servicios y pagan un fee mensual por
ello, todos reciben idénticos servicios.
Al agrupar laboratorios el poder de negociación se
incrementó para estos últimos a través de las
distribuidoras. Un ente ahora negociaba condiciones a
sus clientes por todos sus laboratorios integrantes. El
concepto de red y fortaleza asociada era un claro
mensaje a sus clientes actuales (droguerías) pero el
verdadero destinatario era el potencial futuro
integrante del negocio: el banco y sus negocios
asociados, quienes apuntaban a comprar en forma directa
a la industria e imponerles tarde o temprano el poder de
su disponibilidad económica.
El efecto inmediato fue que la mayoría de los
laboratorios se integraron a las distribuidoras y éstas
endurecieron su posición frente a sus clientes
droguerías en ese momento. El crédito pasó de 30 a 21
días y se tensó la relación. Por otro lado, si a partir
de ese momento una droguería generaba deuda con un
laboratorio integrante de una distribuidora, no recibía
el pedido siguiente de quien, desde ese momento de todos
los laboratorios que la integraban porque su relación
con uno era con todos.
Por otra parte los laboratorios se encontraban en
dificultades serias para cobrar sus voluminosas facturas
a algunas droguerías y no habían logrado poner límites a
excesos recurrentes en el cumplimiento del pago.
Mientras algunas droguerías acostumbraban tener una
actitud laxa en materia crediticia OTRAS ERAN EXCELENTES
PAGADORAS y se perjudicaron por el comportamiento de sus
colegas
Qué sucedió finalmente. Lo que se esperaba como seguro
no sucedió. Cambio el clima político y los capitales se
fueron saliendo de salud y dejaron de verlo como un
negocio, en definitiva el nuevo jugador no entró a la
cancha. Pero ya se había hecho el movimiento estratégico
avanzando casilleros relevantes sobre la distribución.
Hoy el 90% de los laboratorios integran una
distribuidora y se mantiene una relación más equilibrada
y previsible con las droguerías. Además las
distribuidoras le venden directamente a las farmacias,
especialmente ofertas mensuales que distribuyen a través
de empresas de logística que les administran su stock.
Las distribuidoras se han convertido en un mecanismo de
regulación del ingreso de nuevos laboratorios y nuevos
productos al mercado, de hecho si quisiera venir una
empresa de medicamentos genéricos al país debería armar
su propio canal de distribución porque ninguna
distribuidora se encargaría de esa función dado el
vínculo directo con los medicamentos de marca.
Hoy las droguerías están completamente subordinadas a la
industria. Si la industria quiere y fuera necesario ante
la indisciplina administrativa y financiera, puede tomar
de manera directa el rol de las droguerías o quitarle
algunas áreas de distribución o no entregarle
medicamentos o bien desfinanciarla.
El mercado fue disciplinado y las sorpresas a nivel
morosos incobrables se achicaron fuertemente. La caída
de la Droguería Monroe dejó un tremendo agujero a la
industria, que debió adquirirla y hacerse cargo de sus
pasivos a través de un holding creado entre las tres
distribuidoras más importantes para tal fin. Luego en la
medida que van cayendo las droguerías la industria las
compra a través de diversos mecanismos de propiedad.
Sin embargo y a pesar de la concentración y el escaso
poder existen en la Argentina aproximadamente 445
droguerías autorizadas para tránsito interprovincial.
Las más importantes y más serias se agrupan en ADEM
(Asociación de Distribuidores de Especialidades
Medicinales) que tiene 30 miembros “Esto es debido a que
la Cámara exige altos estándares para poder asociarse”,
según dijo Alberto Galache (ADEM). Las empresas deben
ser droguerías integrales, certificar cadena de frío,
contar con depósitos adecuados y certificar un cierto
número de clientes. Aprobación de las Buenas Prácticas
de Distribución de Productos Farmacéuticos.
Existen droguerías de alcance nacional como: Droguería
del Sud, Americana-Monroe, y Suizo-Barracas y otras de
alcance regional, existen en este sentido muchas de
influencia media y local. Ejemplo 1. Kellerhoff de
Rosario 2. Cofarmen de Mendoza 3. Cofaral de Tucumán 4.
Acofar de la provincia de Buenos Aires; 5. Disval y
Asoprofarma de Capital Federal, entre otras.
Además durante los últimos años muchos medicamentos
considerados especiales ya no se distribuyen por las
droguerías tradicionales ni por las distribuidoras sino
que se han creado droguerías especializadas que han
sabido reinventarse como operadores logísticos
encargados del abastecimiento y distribución de
medicamentos para terapias específicas.
En este sentido, a la mayor eficacia y eficiencia que
aportaron al mercado, le sumaron servicios de
gerenciamiento y auditoría de las prestaciones médico
farmacológicas. En ADEM también están inscriptas las
droguerías de tipo “oncológicas o especializadas” como
por ejemplo Scienza, Rofar y Meta, forman parte de esta
cámara sectorial y cuentan con sistema de trazabilidad
propio.
Formación de
precios
En términos teóricos, cada sector de la cadena de valor
va adicionando tanto impuestos como márgenes de
utilidad, hasta llegar a un precio de venta al público
(PVP) que se considera de alguna manera
institucionalizado y referencial.
La realidad parece demostrar que los precios a lo largo
de la cadena se determinan hacia atrás, tomando como
base el PVP sugerido en el manual farmacéutico Kairós.
En este caso, el proceso podría esquematizarse de la
siguiente manera: 1) los laboratorios proponen el PVP de
los medicamentos que producen, 2) las droguerías compran
dichos productos a los laboratorios con un descuento de,
por ejemplo, el 39% sobre el PVP, y 3) las farmacias le
compran a las droguerías con descuentos del 33%, también
sobre el mencionado PVP. Cada participante de la cadena
conforma su rentabilidad final en observancia de este
precio y del resto sus costos directos e indirectos.
Existen también mecanismos de financiación cruzada como
por ejemplo;
-
descuentos, ofrecidos por farmacias a clientes
institucionales y consumidores individuales,
-
escuentos, brindados por laboratorios a los seguros de
salud,
-
notas
de crédito, otorgadas por los laboratorios (o por las
gerenciadoras de contratos, en su representación) a las
farmacias, para contribuir al mantenimiento de su
rentabilidad, y 4 bonificaciones, cedidas por las
farmacias a los seguros de salud, como parte de sus
estrategias comerciales.
Finalmente como conclusión podemos ir diciendo que si el
Estado no regula el sector, si la Seguridad Social a
través de su poder de compra tampoco tiene vocación por
plantear mecanismos de negociación y control como en
EE.UU. donde las prepagas negocian con los laboratorios,
los médicos y los farmacéuticos no tienen incentivos
para actuar en consonancia con los financiadores y los
pacientes, el mercado queda en manos del más poderoso
que establece el precio y las condiciones según sus
prioridades que no son justamente las de un uso racional
y acceso equitativo de la población al medicamento que
se necesita según las prioridades médicas establecidas
sino fundamentalmente vender más.
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