La más reciente investigación muestra una marcada
aceleración en la carrera de las armas para luchar
contra el cáncer, con varios métodos de alta tecnología
soñados desde hace tiempo pero que hasta ahora no eran
posibles o no se había logrado éxito en su desarrollo.
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Nuevos
fármacos “inteligentes” que entregan potentes toxinas
directamente a las células cancerosas respetando a las
normales.
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Una
nueva herramienta que ayuda al sistema inmunológico a
atacar una amplia gama de tipos de cáncer.
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Tratamientos encaminados a enfrentar nuevos genes y vías
de desarrollo del cáncer, además de mejores pruebas para
predeterminar qué pacientes se beneficiarán con ellos.
La
investigación sigue avanzando hacia tratamientos más
precisos y con menos efectos secundarios, alejados de la
quimioterapia convencional que era “como colocar una
bomba en el cuerpo”, según afirman varios
investigadores.
De hecho, una clase emergente de “bombas inteligentes”
fue uno de los más esperanzadores avances informados en
una reciente reunión de la American Society of Clinical
Oncology.
Se trata de armas de doble acción que combinan
anticuerpos, que se unen a células cancerosas
específicas, y toxinas que son demasiado potentes para
poder administrarlas solas. Un enlace químico los
mantiene unidos hasta que se ponen en contacto con una
célula tumoral, liberando la toxina en su interior y
matando a la célula.
Básicamente el anticuerpo dirige esta droga muy tóxica
directamente a la célula cancerosa y la introduce en su
interior donde puede provocar daño, sin perjudicar las
células sanas próximas.
A modo de ejemplo, baste mencionar que recientemente se
ha informado en un extenso estudio llevado a cabo con
una de tales drogas (Genentech’s T-DM1) que se había
demorado el tiempo hasta el empeoramiento en mujeres con
cáncer de mama avanzado, señalándose también que el
producto parece mejorar la sobrevida, si bien se
requerirá más tiempo para poder afirmarlo con certeza.
Hasta el momento, las mujeres que habían recibido este
tratamiento presentaban una sobrevida mayor a un año, en
comparación con un grupo de pacientes que estaban
recibiendo otras drogas.
En este momento se encuentran en desarrollo numerosas
“bombas inteligentes” similares; sólo una de tales
drogas se encuentra en el mercado estadounidense,
Adcetris (Seattle Genetics Inc.) indicada en el
tratamiento de algunos tipos de linfomas menos
frecuentes.
Otra gran novedad lo constituye el empleo del sistema
inmune para combatir el cáncer. En efecto, durante más
de un siglo, se ha tratado de aprovechar su poder, pero
las células tumorales poseen mecanismos para esconderse
que han hecho que el sistema inmune no los reconozca
como “enemigos” y no los ataque.
Bristol-Myers Squibb Co., ha desarrollado dos drogas
–una destinada a atacar las células cancerosas y la otra
para ayudar a “soldados” clave del sistema inmune– ambas
diseñadas para “desenmascarar” a estos enemigos. Dos
estudios que involucraron casi 500 pacientes hallaron
algún grado de reducción de los tumores en hasta una
cuarta parte de los pacientes con cáncer de pulmón y de
riñón, así como el cáncer de piel mortal (melanoma).
Estos tratamientos parecen tener menos impacto sobre el
cáncer de colon y el de próstata. Sin embargo, se trata
sólo de resultados preliminares, no habiéndose efectuado
hasta el momento comparaciones de sobrevida o pruebas
definitivas. En un estudio, murieron tres pacientes por
una inflamación pulmonar considerada como vinculada con
el tratamiento.
Al respecto, una de las investigadoras principales, la
Dra. Julie Brahmer, de la Johns Hopkins University, ha
señalado que la quimioterapia convencional también puede
resultar fatal, destacando que se encontró remisión
completa en algunos pacientes que habían recibido
tratamientos con estimulantes del sistema inmune y con
menos efectos secundarios. Agregó que resultó
gratificante ver a los pacientes bien, sin pérdida de
cabello, sin descenso de los valores hemáticos y sin
propensión a las infecciones.
También el Dr. Roy Herbst, médico oncólogo del Yale
Cancer Center en New Haven, Connecticut (EE.UU.) se
mostró esperanzado, indicando que no había visto nada
parecido en los muchos años que trata el cáncer de
pulmón. (1)
Así mismo, Genentech ha comunicado los resultados de un
estudio de Fase 3 en cáncer colorrectal metastásico (mCRC)
que evaluó el bevacizumab administrado conjuntamente con
quimioterapia de segunda línea en pacientes que
inicialmente habían recibido bevacizumab asociado con
quimioterapia de primera elección.
El estudio alcanzó sus objetivos primarios (aumento
significativo de sobrevida), habiéndose reducido el
riesgo relativo de muerte en un 19% para los pacientes
que continuaban con bevacizumab más quimioterapia de
segunda línea, en comparación con los que recibían
quimioterapia sola. Estos enfermos también
experimentaron una significativa mejoría en la sobrevida
sin evidencias de progresión del cáncer; el riesgo de
avance del cáncer se redujo en un 32%. Los eventos
adversos se correlacionaron con los estudios previos
referenciales efectuados con bevacizumab en distintos
tipos de tumores. Se ha concluido que si bien la terapia
convencional consiste en cambiar completamente el
tratamiento con el avance de la enfermedad, en este
estudio el uso continuo de bevacizumab con una nueva
quimioterapia resultó en una prolongación de la vida de
los pacientes, en comparación con otro grupo tratado
solo con una nueva quimioterapia.
Los pacientes con mCRC que recibieron bevacizumab en
combinación con una quimioterapia estándar tanto en el
primero como en el segundo tratamiento mostraron una
sobrevida media de 11,2 meses, en comparación con 9,8
meses para las personas que habían recibido la
quimioterapia sola. La sobrevida media libre de síntomas
fue de 5,7 meses vs. 4,1 meses. Ambos valores de
sobrevida fueron calculados a partir del momento en que
los pacientes eran aleatorizados para recibir el
tratamiento de segunda línea.
Los eventos adversos (de Grado 3–5) que ocurrieron más
frecuentemente en el grupo tratado con bevacizumab en
comparación con el que había recibido quimioterapia
únicamente después de la aleatorización, fueron aumento
de la presión arterial (2% vs. 1%), hemorragias (2% vs.
<1%), perforaciones gastrointestinales (2% vs. <1%) y
trombosis venosa (5% vs. 3%). (2)
Referencias:
1. DRUG DISCOVERY & DEVELOPMENT: 04/06/2012.
2. DRUG DISCOVERY & DEVELOPMENT: 03/06/2012.
(*)
Asesor farmacológico - Ex-Director Médico de
Schering-Plough - Ex-Docente de FEFYM. |
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