:: REVISTA MEDICOS | Medicina Global | La Revista de Salud y Calidad de Vida
 
Sumario
Institucional
Números Anteriores
Congresos
Opinión
Suscríbase a la Revista
Contáctenos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

:: Infórmese con REVISTA MEDICOS - Suscríbase llamando a los teléfonos (5411) 4362-2024 /  (5411) 4300-6119 ::
  

Opinión


La Salud como derecho humano
El criterio “gasto”
Por el Licenciado
Víctor Norberto Cerasale [MBA R&D]
 

Occidente se está sumergiendo en la peor contradicción política de su historia. Mientras los discursos hablan de derechos ciudadanos, los representantes de las ciudadanías van arrasando progresivamente todos y cada uno de sus beneficios sociales elementales, por ende las personas generan reacciones en cadena en respuesta a atropellos que, además de injustificados, implican de alguna forma un delito de lesa humanidad.
Apoyarse en el argumento del déficit y del supuesto control del gasto, es tan falaz como restar y/o quitar derechos para “salvar” a Estados ausentes o a modelos bancarios que han hipotecado el futuro social de aquellos que agregan valor y hacen aportes genuinos al sostenimiento de un país.
Leyendo a Juan Simó del Centro de Salud Rochapea, Pamplona, Navarra, se extrae una excelente definición: “Nuestra sanidad pública ha valido mucho más de lo que ha costado durante las dos últimas décadas” (1), pero... antes de ello, ¿cuánto ha costado construir un modelo sanitario justo, equilibrado y equitativo?, indudablemente dicho costo se ha visto traducido en los resultados de una “salud social” no siempre bien interpretada desde la óptica facilista del político, nunca prudentemente considerada desde el punto de vista de los tecnócratas economistas, que no ven el bosque pero talan sus árboles, para luego asegurar que no hay “aire”.
Cada vez que políticamente se asevera que el “gasto en salud” produce daños en las economías de países regularmente ordenados, se incurre en la falacia de pretender que las gentes enfermas deben ser castigadas, sea imponiéndoles impuestos disfrazados de copagos, sea restándoles servicios, sea trasladando el castigo al cuerpo médico, al personal de enfermería, a los servicios farmacéuticos, bioquímicos u odontológicos, y desde luego aplicable al resto del equipo de salud. Las consecuencias directas de dichos criterios, siempre se traducen en males mayores, esto es:

  • más enfermedades

  • diagnósticos tardíos

  • mayores complejidades

  • más urgencias

  • más morbilidad

  • más mortalidad

En consecuencia, el “impuestazo” inicial deriva en más gasto inequitativo en salud pública. Mientras tanto, los Estados ausentes no pagan sus deudas, antes bien las acumulan hasta hacerlas técnicamente “impagables”... extendiendo el daño a todo el sistema (proveedores, industria de la salud, servicios, etc.).
Curiosamente, desde un ángulo estrictamente social, las personas siempre invierten en su salud por debajo de los niveles de su renta... y detrás, la salud pública no anda por la vida fabricando ni pacientes ni tampoco enfermedades. Traducido, el crecimiento de las demandas de servicios de salud, es un acto humano genuino directamente proporcional con las necesidades que lo motivan... y ello es un beneficio directo para la producción legítima de países que han entendido lo que significa “agregar valor”. Si las personas permanecen en “estado de enfermedad” inducido por las carencias en el gasto social correspondiente, el estado deja de recibir “aportes de valor” y como consecuencia de ello, pierde capacidad de inserción global.
El gasto sanitario público forma parte de una inversión sostenida en protección social. Cuando dicha protección se deforma, se escurre, se retacea o se limita, se la degrada en sus contenidos de calidad o se le resta en conectividad y/o coordinación de servicios, las personas se tornan en víctimas de sus enfermedades y también de un sistema perverso que les niega aquello que les corresponde por derecho... pero más tarde, esas mismas víctimas serán a su vez castigadas con menos inserción laboral, o bien con mayor exclusión social.
Entonces, ¿la sanidad vale lo que cuesta?, sí, taxativamente.
Entonces, ¿la sanidad pública fabrica estados de crisis?, no, de ninguna manera.
Entonces, ¿por qué es la primera víctima de las decisiones políticas y de sus gestiones antieconómicas?, sencillo, es un objetivo fácil de desarticular a partir de argumentos facilistas, cuyos resultados contradictorios serán licuados por el tiempo, dando lugar a peores decisiones y malogradas gestiones.
La medicina, por ende sus acciones, están profundamente vinculadas al “pensamiento científico”... o dicho de otra forma, sin ciencia no hay medicina...o también, sin investigación no hay medicina. Entonces, ¿porqué derruir la actividad de “investigación” científica, a sabiendas que ello redundará en un daño en la salud social e individual? Indudablemente, la ausencia de los Estados se asocia a momentos de negligencia política, cuyas víctimas no son otras distintas al componente social. Una vez más, traducido, ninguna sociedad humana sacrifica renta fabricándose necesidades virtuales en salud, antes bien se racionaliza a sí misma, asegurando que todo gasto será genuino y equilibrado, esto es “equitativo”. Más allá, ninguna sociedad científica médica se dedica a fabricar enfermos ni tampoco enfermedades, su gestión asegura la resolución de problemas de salud de una manera correspondiente con el método científico... un hecho que, de no existir, aseguraría el estado de “peste”, con sus inmediatas consecuencias epidemiológicas... y económicas.
En salud pública, lo que no se hace, se paga el doble... pero detrás, lo que se deja de hacer o se omite, se pagará el triple. Es sencillo, y está científicamente demostrado, sin embargo algo impide que el “ser político” o que el “ser económico” entiendan tan simple ecuación.
De allí que la Europa de estas horas impulse el atropello directo al derecho humano y público de acceso a la salud. La tijera redunda en menos investigación, menos ciencia, menos servicios, y como consecuencia de ello, más enfermos, menos accesibilidades, peores resultados.
Reasignar recursos no puede corresponderse con la invasión de derechos sociales elementales. La salud es un bien social preciado que se vincula a la capacidad potencial del “agregado de valores”, donde esas mismas sociedades se enaltecen participando de y con mejores estándares, contribuyendo a un desarrollo sostenido en tanto y en cuanto se parta de las “creatividades”.
Conclusión: Sanidad Pública (o también Educación Pública) no es causal ni tampoco sinónimo de crisis económica en nación alguna... en sí mismas, la salud o la educación pública aportan soluciones a corto y largo plazos para cualquiera de las sociedades involucradas. La protección social se hace valiosa a partir de sus calidades intrínsecas, siempre que éstas sean sostenidas, y sean entendidas como una articulación humanitaria y solidaria indisolubles... este concepto, es directamente proporcional a las capacidades productivas. No entenderlo, no asumirlo, no aplicarlo, o simplemente negarlo, da lugar al “drama” de pretender que restando y dividiendo, se suma o se multiplica.

(
1) [El Médico Interactivo: http://www.elmedico interactivo.com/analisis/tribuna/111758/ hemos-vivido-por-encima-de-nuestras-posibilidades-en-sanidad ]

 

Licenciado [MBA R&D] Víctor Norberto Cerasale, 2012-06-02. Copyright by Cerasale, 2012. Derechos reservados. Exclusivo para Revista Médicos, Medicina Global.
http://elbiruniblogspotcom.blogspot.com CIENCIAS MÉDICAS NEWS®
http://herenciageneticayenfermedad.blogspot.com CIENCIAS DE LA HERENCIA®
http://saludequitativa.blogspot.com  GESTIÓN EN SALUD PÚBLICA®

 

SUMARIO

 

Copyright 2000-2016 - Todos los derechos reservados, Revista Médicos