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Columna


Concentración
y control de precios (1)
Por  Patricio Pasman
Consultor de obras sociales y empresas de medicina prepaga / patricio@pasman.com.ar

 
Con preocupación se discute en diferentes ámbitos la actual concentración de las entidades de medicina prepaga y su futura aceleración a raíz de la nueva ley que las regula. Incluso se escuchan voces que el sector no va a existir más dentro de 10 años.
En el debate en el Congreso sobre la ley, varios diputados utilizaron como principal argumento para promulgar la misma, que el mercado estaba concentrado en 5 empresas con posición dominante y que por este motivo era necesario, por ejemplo, ejercer un estricto control de precios.
La actual ley surge fundamentalmente por el fuerte reclamo de las organizaciones de defensa al consumidor y no, lamentablemente, como una necesidad de legislar sobre el sistema de salud de todos los argentinos (…y argentinas), que bastante falta hace por cierto.
A muchos expertos no les gusta que se hable del “mercado o la industria de la salud”. No me voy a enfocar ahora en este debate. La ley habla de usuarios y desde esa mirada de “consumidores” propongo que analicemos el tema, ya que es mi intención cuestionar esta idea de mercado concentrado y la necesidad de control de precios por posición dominante.
Venía pensando en este tema de la concentración de entidades de medicina prepaga mientras volvía del trabajo cuando mi mujer me llamó desde su teléfono celular. No se escuchaba muy bien pero alcancé a entenderle que necesitaba que pase por el supermercado a hacer unas compras y preguntarme si tenía novedades sobre nuestro viaje de aniversario de casados a Salta.
Inmediatamente, por lo mal que se escuchaba, pensé que tenía que elegir una nueva empresa de celulares y noté que tres empresas concentran el 97% del mercado. Sobre el viaje a Salta estaba en la duda si ir en avión donde dos empresas tienen el 97 % del mercado de cabotaje o cambiar el auto notando que las primeras 6 empresas concentran el 80%. Sintiendo que debido a esta posición dominante todas iban a aprovecharse de este humilde consumidor, decidí enfocarme en la ida al supermercado aunque nuevamente me desilusioné ya que los 4 hipermercados líderes suman un 72% de participación.
Me reconforté imaginando que en el supermercado tendría disponible largas góndolas repletas de productos de muchas empresas que compiten agresivamente para que pueda beneficiarme como consumidor eligiendo aquellas que tengan mejor calidad y precio.
Pese a la mala señal del celular, alcancé a escuchar que tenía que comprar: azúcar (1 empresa concentra el 75% del mercado), algunos lácteos (2 empresas concentran el 80%), repelente de mosquitos (1 empresa el 95%), aceite (2 empresas 80%), latas de tomate (1 empresa 70%), mayonesa (2 empresas poseen el 95%), cerveza (2 empresas el 96.5%) pan para hamburguesas (1 empresa, que hasta hace unos pocos años eran dos, concentra el 76%), y varios productos más en los cuales no hice la cuenta para no deprimirme más. En la puerta de casa encontré la factura mensual de la empresa de TV satelital. Me pareció muy cara, sin embargo por mi domicilio no pasa el cable y es la única oferente. Agua y ajo dirían en el barrio.
Pese a estar conforme con mi actual entidad de medicina prepaga, comencé a analizar las opciones de empresas que, con absoluta tranquilidad, contrataría para la cobertura médica de mi familia. En pocos minutos encontré 24 entidades posibles para elegir. Algunas son obras sociales y otras empresas de medicina prepaga. Sin embargo, me llamó aún más la atención visualizar que de las 24 posibles alternativas, había 18 que eran entidades ¡sin fines de lucro! No me resulta creíble desde ningún aspecto, que estas 24 entidades puedan ponerse de acuerdo en abusar de mi rol de consumidor con información asimétrica estableciendo precios con márgenes extraordinarios de ganancia.
Sinceramente, me los imagino como en cualquier mercado donde hay muchos oferentes compitiendo, en que me decida por aquel que brinde la mayor cobertura, mejor calidad de servicio y una buena relación costo beneficio.
Para poder entender un poco mejor este tema, me conecté a internet por la banda ancha que tengo instalada en casa (prometo para no aburrirlos ni deprimirlos más que es la última que analizo, pero tres empresas concentran el 90%) y me puse a leer la ley 22.262 de Defensa de la Competencia, concentrándome en sus puntos más relevantes.

EL ABUSO DE POSICION DOMINANTE

El poder de mercado puede definirse como la capacidad de un agente económico individual (o de un grupo de agentes que actúan coordinadamente) de influir sobre los precios del mercado, y en ese sentido representa la contracara del supuesto de la competencia perfecta por el cual los agentes son tomadores de precios.
Es también una cualidad que puede ser poseída al mismo tiempo por varios agentes que actúan de manera independiente, cosa que no sucede con la posición dominante, ya que la misma sólo puede ser ostentada en un mercado por una única persona o por un grupo de personas que actúan de manera concertada (cártel).
La idea de ejercicio del poder de mercado tiene que ver con decisiones que toman las empresas para incrementar sus beneficios a través de acciones que influyen sobre los precios del mercado.

MERCADO DE ENTIDADES DE MEDICINA PREPAGA

Para analizar si al sector le cabe lo descripto en la ley de defensa de la competencia como abuso de posición dominante, debo dejar de lado mi situación personal de 24 entidades posibles de contratar y establecer objetivamente cómo está actualmente repartido el mercado entre las empresas oferentes. También es necesario reflejar algunas particularidades especiales del sector.
Para estimar la participación de mercado de una empresa, lo primero que hay que hacer es definir el universo sobre el cual se va a calcular. Por ejemplo para estimar la participación del líder del mercado de mayonesas, debo conocer primero los frascos o kilos vendidos de sus marcas y dividirlo por la cantidad total de frascos o kilos que se venden en la Argentina.
La diferencia con el sector de entidades de medicina prepaga, es que los 40 millones de argentinos tienen la cobertura médica del Estado mediante el acceso al Hospital Público. Millones de personas deciden todos los meses si siguen pagando la cuota de su mutual, prepaga u adherencia a una obra social o si se quedan solamente con la cobertura estatal. Si volvemos al ejemplo anterior, la gente decide todos los meses si le compra la mayonesa a una empresa privada o toma el frasco que le entrega en forma gratuita el Estado. Suena absurdo y está claro que intento provocar el debate a través de la comparación, pero así como los Bancos Privados compiten con los Bancos Públicos y los Colegios Privados compiten con la Escuela Pública, las entidades de medicina prepaga compiten con el Hospital Público. Como consumidores y por sobre todo como argentinos, todos soñamos y aspiramos que esta cobertura estatal sea percibida como superior a la privada. El mejor ejemplo es la Universidad de Buenos Aires. En varias carreras la UBA es percibida como de igual o mayor calidad que algunas universidades privadas.
Si definimos como universo al total de habitantes del país, una entidad con 400 mil usuarios tiene un 1% de participación de mercado. Las 12 entidades más importantes que compiten en el sector, reúnen aproximadamente 4,2 millones de usuarios. Es decir que apenas llegarían a concentrar el 11% del mercado.
Desde otro punto de vista más conservador y para evitar ser acusado de defender la “corpo prepaguista”, podemos establecer el universo excluyendo a los aproximadamente 14 millones de habitantes que no tienen obra social ni prepago de acuerdo a los datos del censo 2010 que probablemente están imposibilitados económicamente de acceder a una prepaga. En este caso, la entidad de 400 mil usuarios tiene un 1,5% de participación y las 12 primeras un 16%.
Podemos excluir a los 3 millones de las Obras Sociales Provinciales, a los 4,5 millones del INSSJP (Pami) y al millón de habitantes que se encuentran en programas estatales de salud y obras sociales como Fuerzas Armadas, DAS, etc. Nos queda un universo de 17,5 millones. La entidad de 400 queda con 2,2% y las 12 primeras un 24% de participación.
Finalmente podemos excluir a un grupo de obras sociales sindicales que, pese a poder ser elegidas por los beneficiarios, no comercializan proactivamente en el mercado sus planes. Tomando los datos del censo 2010 hay 4 millones de usuarios que manifestaron tener prepaga a través de una obra social y 2 millones tener prepaga por contratación directa. Queda un universo de 6 millones. La entidad de 400 mil usuarios queda con una participación de 6,66% del mercado y las primeras 12 empresas concentran un 70%.
Es decir que desde el punto de vista más forzado de cálculo queda un mercado bastante más atomizado que la cerveza y las aerolíneas por cierto.
Hasta los economistas más liberales aceptan que el Estado debe intervenir en los mercados monopólicos u oligopólicos, en especial si estamos hablando de salud. Como dice la ley de defensa de la competencia, en casos de abuso de posición dominante. No es lo que sucede en el sector y el control de precios que se ejerce actualmente, lamentablemente acelera el proceso de concentración.
La paradoja es que la nueva ley y el control de precios en un mercado que se regula de la mejor forma conocida hasta el momento que es mediante el libre juego de la oferta y la demanda, va a provocar una mayor concentración.
Esto va a suceder porque todos pierden en este escenario, pero en diferentes grados y los más grandes pueden aguantar durante más tiempo trabajar con márgenes mínimos o a pérdida.
Para graficarlo veamos qué sucede actualmente. Los prestadores deben pagar los aumentos de sueldo de las paritarias del sector en el mes de vigencia de la misma. A los financiadores pequeños y medianos le aplican el aumento de aranceles en forma inmediata (desde el punto de vista económico, ya que financieramente recién lo cobrarán a los 60 o 90 días). Sin embargo, los grandes financiadores tienen mayor poder de negociación y sólo pagan el aumento una vez que el Gobierno les autoriza el incremento de sus cuotas.
Para finalizar, no coincido con los que pregonan el fin del sector. No creo en escenarios apocalípticos y vislumbro un futuro donde las empresas más hábiles, irán adaptándose mejor a las nuevas reglas de juego como escribí en el número anterior de la Revista, (ver Edición 68 – Las empresas se ponen las zapatillas).
Si estoy equivocado, sólo espero que como decía el gran Discépolo encontremos “un pecho fraterno para morir abrazao” o como canta hoy Sabina “que el fin del mundo nos pille bailando”.


(1) La fuente de participación de mercado de Prepagos es en base a datos propios. El resto de las industrias son datos estimados tomados de distintos informes de Cámaras y trabajos sobre concentración de mercado en la Argentina disponible en distintos sitios de internet.

 

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